A F.U.D.O.S.I. foi formada em 1934 “para proteger as liturgias sagradas, ritos e doutrinas das Ordens iniciáticas tradicionais de serem apropriadas e profanadas por organizações clandestinas”. A F.U.D.O.S.I. não era uma Ordem, mas uma Federação Universal de Ordens e Sociedades esotéricas e autônomas, portanto, um órgão administrativo antes de tudo.

“Algumas pessoas, cujas mentes ainda não receberam luz suficiente, desejam saber por que era necessária uma Federação Universal. As Ordens e Sociedades Iniciáticas que, no seu próprio campo de trabalho, desfrutam da mais absoluta e completa liberdade e perfeita autonomia e independência. A esta questão nós podemos responder que, mais que qualquer outra coisa, está no trabalho iniciático que a maior vigilância é indispensável e que uma disciplina internacional estrita e ativa deve ser exercida.

Nós devemos reconhecer e lamentamos a existência de muitos falsos profetas e vários auto-proclamados iniciados que usam, para propósitos egoístas e tirânicos de dominação, o pretexto da iniciação para explorar as pessoas crédulas e sinceras. Era tempo de advertir o público contra estes falsos líderes e contra doutrinas nocivas que eles ensinaram às almas confiantes.

Em cada país, cada Ordem autêntica e regular conhece seus imitadores e tais falsos profetas. Era necessário vigiar estes movimentos clandestinos, expor estes impostores ou instrumentos ocultos e evitar sua força, em todos os países, onde quer que eles estejam operando, e assim evitar qualquer confusão entre as Ordens regulares e autênticas e as Organizações falsas que são prejudiciais ou que ofereçam ensinamentos que nada têm a ver com a Tradição Universal e o Esoterismo.

E também era necessário que as Ordens autênticas tivessem cuidado ao selecionar os seus membros e oficiais e manter os seus adeptos e estudantes no caminho correto das verdadeiras doutrinas, obrigando-os a seguir uma linha estrita de disciplina, trabalho racional, sincero e consciencioso, para evitar ensinamentos radicais e heterodoxia. Este imenso trabalho que era pretendido e que protegia as Ordens contra os seus inimigos internos e exteriores foi efetuado com sucesso pela F.U.D.O.S.I. e continua ocorrendo.” (Jornal da F.U.D.O.S.I., novembro de 1946)

 

Tuesday, November 22, 2005

El Martinismo Ruso del siglo XVIII a nuestros días por Daniel Fontaine

I – INTRODUCCIÓN

Los Hermanos que practican el Rito Escocés Rectificado se preguntan a menudo cuales son las fuentes de su Régimen y cuales fueron sus inspiradores. Jean-Baptiste Willermoz, hombre de síntesis de las diferentes corrientes iniciáticas que componen nuestro rito nos es ya conocido. Sin embargo, Martínez de Pasqually y Louis Claude de Saint Martin, lo son un poco menos, razón que motiva el presente trabajo.

Tuve la suerte (la palabra Providencia y lo que expresa sería más apropiada) de conocer, hacia finales de 1979, a un hermano, que decía ser uno de los últimos descendientes del Martinismo Ruso. Nos encontramos en diversas ocasiones y trabamos bastante buena relación, la suficiente como para relatarme primeramente la historia del movimiento Martinista (conocido como Rito de Novikof) y luego, más adelante, escribirme una corta nota sobre lo que caracteriza la espiritualidad y la originalidad de su Orden. La proximidad de Saint Martin y todo lo que él representa a nuestro Rito Rectificado, hizo que me apasionara rápidamente por nuestras conversaciones, y que finalmente le pidiera autorización para publicar, si no la totalidad de lo tratado en ellas, al menos, un buen extracto de las mismas.

Pero antes de todo, hablemos de filiación y sobre todo de transmisión:

I. En primer lugar, ¿qué es la transmisión y qué es lo que transmite?. Una influencia espiritual, sin duda, que debe permitir transformar, siempre y cuando ésta no se encuentre en estado de virtualidad, al Ser Interior, y esta transmisión obedece a leyes bien determinadas.

II. Encontrándose el hombre en un estado terrestre, la influencia deberá utilizar medios de este mismo orden. Podemos encontrar estos medios desde los mismos orígenes de la humanidad y estos son los ritos y los sacramentos (la palabra rito viene del sánscrito Rita que significa Orden).

III. La transmisión debe hacerse por una Orden cualificada y acreditada por ésta.

IV. Ésta transmisión debe ser ininterrumpida; a falta de ello, asistiríamos a una irrisoria parodia, a una especie de simulacro.

V. El manejo de las influencias espirituales debe estar reservado a aquellos que están cualificados para esta función, lo contrario sería una desviación, un trastocamiento, lo que puede producir el efecto inverso al esperado e incluso entrar en el cuadro de la contra - iniciación y del satanismo.[1]

Por todas estas razones, las Ordenes iniciáticas no confieren el poder de iniciar a todos sus miembros sino solamente a aquellos Seres cualificados para transmitir ésta iniciación.

Todos nosotros hemos conocido a hombres que, habiéndose encontrado un ritual en quién sabe qué lugar, lo ponen en práctica auto titulándose gran maestro de cualquier cosa. Es necesario denunciar estas prácticas peligrosas, que Saint-Martin denominaba “la iniciación por las formas, por las ceremonias externas” que no procuran, en consecuencia, ninguna influencia espiritual. Más adelante volveremos sobre este asunto.

La Filiación

Según Franz von Baader (en sus “Enseñanzas secretas de Martinez de Pasqually”), Saint Martin no tuvo jamás la intención de crear una Orden Martinista. Personalmente creo que esto es exacto y por tanto, cuando se lee su relato con atención, uno se da cuenta que dice, página CLV: Louis-Claude de Saint Martin, después de la muerte de Martinez de Pasqually vivió en casa de Willermoz en Lyon, luego la dejó bruscamente ya que estaba en desacuerdo con la masonería y decía: “¡Necesitáis hacer un montón de cosas simplemente para creer en Dios!”. Pero desde entonces, su principal preocupación fue la de encontrar a los místicos alemanes y rusos.

En este mismo relato, F. von Baader añade que por esta misma época estuvo visitando a sus amigos para explicarles lo que era la Verdadera Iniciación... ¡y para transmitírsela!. En efecto, para Saint Martin, la Iniciación estaba simbolizada por el triángulo: Dios – el Iniciador – y el Iniciado, con un Rito muy simple, de una total desnudez, nosotros diríamos ahora central, teniendo tan solo necesidad de un mínimo de formas.

Saint Martin había obtenido su Iniciación de Martinez. Muchas cosas se han escrito sobre éste último y buena parte de historiadores continúan respecto a él entre perplejos y sarcásticos. Ciertamente, uno puede burlarse de su sistema que no terminó nunca, pero su voluntad primera no era la de abrigar una iniciación, una doctrina, unos ritos bajo la cubierta anodina de un sistema para - masónico el de los Elegidos Coens del Universo. Sin embargo, aunque católico romano, tanto su origen como el de su familia se remontaba según ciertos historiadores, a Italia, o a una familia española de Santo Domingo, muy probablemente, a una línea judía originaria de España de la que su familia guardaba “alguna cosa” que era transmitida de padres a hijos. ¿Es acaso ésta cosa, lo que ha querido transmitirnos en su Orden?.

No perdamos de vista que la corriente mística fue muy importante en España al ser crisol de tres religiones monoteístas. Recordemos a Aboulafia de Girona, para la cábala y mística judías, de San Juan Crisóstomo y de santa Teresa de Ávila (de familia marrana) para los cristianos y de Ibn Arabi, para los musulmanes. Nos podemos reír de Martínez, e incluso especular sobre si lo que nos ha dejado parece solo humo, es incoherente, está a medio hacer, o mal explicado, pero esto no impedirá que sea el heredero de una fabulosa línea de Iniciados. Por otra parte, ni Willermoz ni Saint Martin se burlaron nunca de él. Es más, el mismo Saint Martin, primer traductor al francés de Jacob Böheme, afirmará (en su carta a Kirchberger del 11 de julio de 1796): “Nuestra primer escuela tiene cosas preciosas. Me atrevería incluso a creer que M. Pasquallis (sic) del que me habla y puesto que hay que decirlo, que era nuestro Maestro, tenía la clave activa
[2] de todo lo que nuestro querido Böheme expone en sus teorías, pero no creyó estuviéramos en el estado preciso para tener estas altas verdades. Sustentaba también puntos que nuestro amigo Böheme, o no ha conocido, o no ha querido mostrarnos, etc....”. Lo que hacía decir a L.C. de Saint Martin que Martínez sabía infinitamente más que Böheme. No hay pues que tomar a la ligera lo que Saint Martin podía transmitir y enseñar.

¿Y qué transmisiones poseía Saint Martin?. Las de la Masonería y las de Martínez; las mismas que Willermoz. Pero, ¿cuáles eran las transmisiones de Martínez? ¿la bendición patriarcal?, ¿una doctrina que recordaba la cábala práctica, una Teurgia venida de infinidad de años por los judíos de España?. ¿Porqué no?. ¿Quizá se pueda decir también que Martínez representaba la última corriente de la Cábala de Safed por las corrientes Sabateístas de los Askenazi de la Europa del este?. Willermoz hizo de todo esto un sistema muy coherente, partiendo del sistema Templario de la Estricta Observancia, desprovisto éste de doctrina y quizá también de verdadera transmisión iniciática
[3] con una iniciación artesanal y las premisas de la doctrina Martinezista incluidas en los tres primeros grados – una iniciación caballeresca y real con la Orden interior de los C.B.C.S. y finalmente, una iniciación sacerdotal con los Profesos y Grandes Profesos[4], grados creados por Willermoz, ciertamente pero con la doctrina y la transmisión de Martínez. En cuanto a Saint Martin, seguía una vía más directa y la Iniciación que confería en un solo grado (y en 7 grados en los Martinistas Rusos) era cuando menos equivalente a la de los Grandes Profesos. Pero en contrapartida no se podía acceder a ella sino después de una larga formación y Saint Martin, al final de su vida, terminó por aproximarse a la de la Masonería y a considerarla como “un buen camino” para llegar a este término[5]. Pocos hombres son en efecto capaces, inmersos como están en el mundo profano, de recibir una tal iniciación sin la preparación requerida, de ahí el camino masónico, o las escuelas, como la del mismo Saint Martin (ver su correspondencia con el Barón de Liebestorff, citada por Van Rijnberk en la que se hace mención, en diversas ocasiones, de la escuela del “Filósofo Desconocido”) que le permitía enseñar su doctrina, y sobre todo, ver si los postulantes eran verdaderos “hombres de deseo”.

Parece pues estar admitido actualmente que Saint Martin procedió a iniciaciones individuales y que fundó esta escuela en la que, entre otros, el conde de Gleichen
[6] siendo ya Elegido Coen se convirtió en su discípulo. Un artículo de Varnhagen von Ense, menciona todavía esta escuela, compuesta de pocos miembros cuyo objeto era la pura espiritualidad. Luego en Estrasburgo, París y Lyon, sabemos por notas dirigidas al profesor de teología Koster de Göthingue (20-XII-1795) que amigos de Saint Martin formaron grupos muy restringidos, pero unidos entre ellos por la Iniciación.

En definitiva, cuando releímos la correspondencia de los místicos de la época, nos dimos cuenta rápidamente que Saint Martin formaba sus adeptos para luego iniciarlos y transmitirles este depósito sagrado.

Pero ¿qué pasaba pues en Francia después del siglo XVIII?.

La extinción casi completa de la Iniciación Martinista y completa del régimen escocés rectificado, hasta que, en un pasado relativamente reciente, volvemos a encontrar a Papus, renovador “de una orden Martinista” y de la que hablaremos más adelante. De otro lado, tenemos igualmente una segunda transmisión, rusa en este caso, apoyándose sobre dos siglos de trabajo ininterrumpido y con principios bien establecidos: escuela enseñanza, doctrina, rito ascesis, etc...

Pero volvamos al asunto y en primer lugar a la parte histórica, recogida del Filósofo Desconocido
[7] que nos autoriza a publicar lo que sigue:


II. ALGUNOS TRAZOS DE HISTORIA

Examinando los archivos de este Filósofo Desconocido, no he podido evitar pensar que el Martinismo y el espíritu de Louis-Claude de Saint Martin estaban muy próximos del alma rusa, inclinada a la contemplación, a la vida espiritual y religiosa. De la segunda mitad del siglo XVIII hasta la revolución de 1917, el Martinismo constituyó una de las ramas favoritas del movimiento iniciático ruso, compuesto por miembros de la familia real, la aristocracia, sabios, escritores, intelectuales y miembros de la alta clerecía tales como el metropólita Platón
[8] y Filaleta, que hacia mitades del siglo XIX, se congratulaban de pertenecer a él.

En sus orígenes, los Martinistas intentaron, para poner en práctica sus ideas, educar a las masas, aliviar la miseria y suavizar las costumbres. Mencionamos a continuación el grupo de Nicolás Novikof
[9], escritor muy conocido, considerado como “iluminado” y hombre de acción a la vez, que vivió bajo el reinado de Catalina IIª. Los miembros más conocidos de su grupo fueron: Lopoukhine, el Príncipe Nicolás Troubetzkoi, el conde Pedro Tatistchef, Ivan Tourgueniev, el profesor Schwartz, Gamalei, el poeta Kherastow, etc...

La acción de todos estos hombres en el plano profano fue muy importante, ya que intentaron formar a las masas, propagar la verdad y si tuvieron tanta audiencia, parece ser que fue por que, en tanto que Iniciados, mostraron el camino a sus adeptos, tanto con el ejemplo como por su experiencia espiritual.

Novikoff se relaciona por filiación directa con el príncipe Kourakine, diplomático ruso que, con motivo de su estancia en Francia, había conocido personalmente a Saint Martin estableciendo relaciones de amistad y siendo iniciado por él, recibiendo la misión de implantar el Martinismo o mejor aún su Iniciación en Rusia (otros rusos estuvieron en relación directa con Saint Martin, como el príncipe Golitzine, el príncipe Simeón Worontzor, embajador ruso en Londres; los condes Morkow y Zinoniev que frecuentaron a Saint Martin en Lyon por los años1783-1784).

Hacia 1780, el grupo Novikoff desplegó una gran actividad en los medios intelectuales rusos. Mezclados con el movimiento masónico por aquel entonces muy en boga, los Martinistas propagaban el esoterismo, las ideas de Saint Martin, de Böehme, de Swedenborg, de Kunrath, de Paracelso de Cornelio Agrippa, etc...

La sección de manuscritos de los siglos XVIII y XIX del antiguo museo Alejandro III de Moscú, comprendía dos salas enteramente reservadas a las reliquias del “Martinismo de Moscú”. Manuscritos, cuadros y dibujos místicos, medallas, obras publicadas por las ediciones de Novikoff, sellos, cordones e insignias.

Después de la Revolución, esta sección fue completada por un abundante aporte proveniente de archivos y bibliotecas privadas ofrecidas por sus propietarios, descendientes estos de Martinistas, o colectados en las propiedades o inmuebles particulares por los miembros de las comisiones encargadas de preservar los monumentos antiguos.

Novikoff publicó una revista espiritualista y abrió en Moscú una editorial y librerías. La editorial se encargó de traducir en lengua rusa y publicar las obras más significativas del esoterismo.

Los Martinistas de Novikoff no se limitaron al lado puramente místico de la enseñanza esotérica. Fieles a los principios cristianos, se libraban a la caridad y al igual que nuestros Hermanos franceses del Rito Escocés Rectificado del siglo XVIII, ponían en práctica la beneficencia. Pronto tomaron la cabeza del movimiento liberal que reclamaba reformas, especialmente la extensión de la enseñanza a toda la masa del pueblo, buscando, en general, suavizar las costumbres.

La misma Catalina IIª conocía personalmente a Novikoff que en su juventud había servido en la guardia imperial, y participado en el golpe de Estado por el cual ella había llegado al poder. Veía su actividad de manera benevolente, polemizando con él en los periódicos y parecía favorecer al Martinismo. Su renombre se extendió por toda Rusia y no dejó de crecer hasta la Revolución.

Luego vino la revolución francesa de 1789 y en las cortes de todos los reinos de Europa, las fuerzas reaccionarias acusaron a las sociedades secretas de fomentar la tormenta revolucionara y propagar ideas subversivas. Instigada por sus consejeros, Catalina IIª cambió su actitud benevolente. Llegó a sospechar, incluso, que el grupo Novikoff tenía en el extranjero contactos con sociedades secretas de tendencia revolucionaria, y acusó a los Martinistas de hacer propaganda y llevar a cabo una labor de zapa de las bases del poder imperial.

Los Martinistas cayeron en desgracia; su declive comenzó en 1791. En abril de 1792, en Moscú, la imprenta y las librerías fueron cerradas, y las existencias de libros encontrados en los almacenes confiscados. El mismo Novikoff fue encerrado en la fortaleza de Schlisselburgh. Otros miembros eminentes del grupo como Lopoukhine fueron confinados en sus tierras, e incluso algunos fueron deportados.

Después de su ascensión al trono, el emperador Pablo Iº, sucesor de Catalina II, amnistió mediante decreto de fecha 5 de diciembre de 1796, a todos aquellos que habían sido condenados cuando el proceso de Novikoff, incluyendo a éste último.

A principios del reinado de Alejandro Iº, es decir en la fase liberal de éste, las sociedades secretas fueron de nuevo autorizadas. Sin embargo, los Martinistas no habían olvidado el “asunto Novikoff”. En 1803, con motivo de un congreso de dirigentes de la Francmasonería, F. Labzine, Martinista y francmasón entre los que más, propuso el programa siguiente:

“Mientras que la atmósfera de Rusia no haya sido purificada del absolutismo, las sociedades secretas esotéricas no deberán manifestarse a plena luz, sino que deberán continuar trabajando bajo el velo del secreto, a fin de que los hermanos no hayan que temer ante la posibilidad de nuevas persecuciones”.

Fiel al programa de F. Labzine, el grupo Martinista denominado “Tradición de Novikoff” no entró en relación con la confederación oficial de Francmasones rusos. Los Hermanos continuaron reuniéndose secretamente, en pequeños grupos, en los castillos, en zonas rurales y en apartamentos privados. Cuando a finales del reinado de Alejandro Iº, las sociedades secretas fueron de nuevo perseguidas, los Martinistas apenas lo notaron. Desde entonces hasta la revolución de 1917, las relaciones entre las autoridades y los Martinistas fueron las siguientes: ignorando la existencia de los Capítulos, las autoridades se desentendían oficialmente y no hacían nada para impedir sus trabajos. Los Martinistas, por su parte, se dedicaban a la ciencia esotérica y no se inmiscuían en absoluto en el mundo de la política.

Al principio de la segunda mitad del siglo XIX, los Martinistas más notorios fueron: F. Labzine (que había traducido al ruso la obra de Saint Martin), F. Posdeev, Speransky, ministro y autor del “código de las leyes del imperio ruso”, los pintores Brulof e Ivanof, los poetas Joukovsky y Boratynsky, el conde Alexis Tolstoi, y finalmente el célebre eslavófilo Arsenief.

Moscú fue en el siglo XIX y a principios del XX el centro de la Iniciación Martinista de filiación Novikoff. La Logia San Juan Apóstol de Moscú había transmitido la espada ritual de Novikoff a Gamalei, de Gamalei a Posdeev, de éste a Arsenief, que a su vez la transmitió a Pedro Kasnatcheef, el cual se convirtió hacia 1911 en delegado general para Rusia del Supremo Consejo de la Orden Marinista de París. (Hay que señalar que el Martinismo Ruso se ha mantenido siempre a distancia del Martinismo Francés, del que algunos de sus jefes entre 1917 y 1939, se encontraban más próximos del ocultismo que del más puro espíritu místico y esotérico de estos grupos).

Antes de la revolución de 1917, existían en Rusia tres principales centros Martinistas.

1.- El soberano Capítulo de San Juan el Apóstol de Moscú, con el Filósofo Desconocido Pedro Kasnatcheef.

Este último era un remarcable representante de la antigua tradición esotérica rusa y además de sus conocimientos esotéricos, alquímicos y herméticos, hacía de su vida un ejemplo. Había heredado de su Iniciador Arseniev, toda la Tradición de Novikoff, es decir la enseñanza del Martinismo así como el grado Teórico de los Rosacruz de oro del siglo XVIII. Entre los Martinistas de Moscú, contaban los poetas Andrey Bely (convertido luego en un ferviente antropósofo y amigo del Doctor Steiner, Maximilien Voloschine, Valèrie Brioussov, el crítico Serge Kretchetov y su mujer, Lydia Ryndina, una actriz muy conocida en su tiempo. Ouspensky (autor de diferentes obras sobre esoterismo) y Dimitri, el hijo de Pierre Kasnatcheev que heredaría de su padre la espada de Novokoff y Arseniev.

2.- El Soberano Capítulo Appolonius de San Petersburgo con el Filósofo Desconocido G.O. Von Mebes.

Grigory Ottonovich Von Mebes era profesor de matemáticas y un sabio erudito apasionado del esoterismo. Había publicado desde 1911 diferentes obras sobre esoterismo, cábala y arcanología (numerología).

En su calidad de super grado, que también ostentaba en el Capítulo de Moscú, tenía un grado superior que le permitía estudiar más a fondo la Cábala y la numerología bajo el nombre de “Emesch pentagrammaton”. Los Hermanos y Hermanas más avanzados tenían acceso a este tipo de estudios. Von Mebes había escrito para este grado, dos obras: el “Curso Cabalístico” (explicación de los diez primeros capítulos del Génesis) y una traducción del Cantar de los Cantares.

Los Hermanos y Hermanas más avanzados de su Capítulo eran: los profesores de la Universidad de San Petersburgo, Boris Touraef, eminente egiptólogo, autor del libro “el Dios Tot” (Dios Iniciador), y Zelinsky, que publicó una serie de obras y artículos sobre la Iniciación de la Grecia antigua; Etimov, lingüista y brillante conocedor de las Tradiciones esotéricas de Oriente y Occidente, el poeta e historiador Viatcheslav Ivanov, el senador Zakharov que fue durante un cierto tiempo, representante del zar Nicolás II ante el Dalai Lama en Lasa; Leon Von Goer y Madame Voiekov (que publicó diferentes obras bajo el seudónimo “Perséfona”).

Después de la revolución, el grupo Von Mebes continuó su trabajo desafiando las circunstancias hasta que, hacia el año 1927 o 1928, Von Mebes fue arrestado y más tarde deportado a Solovsky, en el extremo norte, después de lo cual su grupo fue dispersado.

3.- El Soberano Capítulo de San Andrés, Apóstol nº 1 del que, el Filósofo Desconocido era Serge Marcotoune, egiptólogo y abogado internacional.

Recibió el grado de asociado en Rusia y el de Iniciado en Italia, el 3 de noviembre de 1912 y el grado de S.I. a su vuelta a Rusia. Jean Bricaud le dirigió una Carta nombrándole delegado del Supremo Consejo para Ucrania. Carta firmada por Bricaud, Magnet, Victor Blanchard y Teder. El 25 de diciembre de 1912, recibió del Capítulo San Juan Apóstol de Moscú, una carta autorizándole a fundar el Capítulo San Andrés nº 1 y una carta del Supremo Consejo Ruso, nombrándole delegado especial ante los gobiernos de Kiev – Tchernigov – Poltava. El 5 de enero de 1915, es hecho miembro de honor de San Juan Apóstol de Moscú. Miembro del gobierno Ucraniano en 1917, intentó por todos los medios mantener Ucrania fuera de la revolución y continuó haciendo trabajar a su grupo hasta 1920.

Después de su llegada a Francia, reagrupó a Ucranianos y Rusos para fundar un nuevo Capítulo, primeramente bajo el nombre de Renacimiento y con autorización del Gran Maestro francés, Jean Bricaud (carta patente del 22 de diciembre de 1920), más tarde bajo el nombre de San Andrés Apóstol nº 2. Hemos podido encontrar en sus archivos los nombres siguientes: el príncipe Repnine, el Doctor Camille Savoire, Keranz, Artemio Galip, Golenitchek Koutouzov (convertido más adelante en oficial general de la Unión Soviética), Kadin, Romachkof, el Gran Comendador del Supremo Consejo de Francia Raymond, Djemil Martin, Ivanof, Dorojinsky, Ivraemof, Desquier, Malkowski, Toussaint (Fil. Desc. de Bruselas), el conde Cheremeteff, de Tombay, Pierre de Ribaucourt, Charles Riandey, Gran Comendador del Supremo Consejo de Francia, etc.
[10]

Serge Marcotoune llegó a publicar en Francia un resumen sorprendente de la doctrina Martinista enseñada en Rusia, bajo dos títulos: “La Ciencia Secreta de los Iniciados” (París, 1928) y “La Vía Iniciática” (París, 1956).

Durante toda la ocupación alemana, de 1939 a 1944, el Capítulo de San Andrés Apóstol nº 2 se reunió regularmente, rogando incansablemente por todos los Hermanos y los hombres en la desgracia.

De 1945 a 1953, el Capítulo funcionó normalmente, pero con esta fecha, el Fil. Desc. se retiró a España sin dejar sucesor. Solo algunos años después, en 1969, autorizó a un Hermano del Capítulo a constituir un nuevo grupo Martinista en París, heredero en línea directa de San Andrés Apostol nº 2 y de San Juan Apóstol de Moscú (carta patente de julio de 1969).
[11]

ADICIONAL. El Doctor Philippe Encause, hijo del Doctor Papus, en su libro “El Maestro Philippe de Lyon” cuenta la historia de las relaciones entre los Martinistas Franceses, particularmente las del Doctor Papus y las del Maestro Philippe con la Familia Imperial Rusa. Cita multitud de documentos y testimonios de diversas personas. Por lo que hemos podido saber a través de nuestros Hermanos que estuvieron en contacto con el entorno de Kiev y Moscú, el relato del Doctor Encause se corresponde con la verdad. Una Logia especial fue fundada en la corte: “La Cruz y la Estrella” de la que formaba parte Saint Vladimir, y en la que el Fil Desc. habría sido el Gran Duque Nicolás Nicolaevitch. Se cuenta en los medios Martinistas Rusos, que un día el Fil. Desc. anunció a la asamblea que “en los sucesivo, la Hermana y el Hermano Romanoff no asistirían más a las reuniones”. Todo el mundo supo que ello era debido a la exigencia de Gregory Rasputín.

Nunca hemos podido saber si esta Logia continuó con sus trabajos después de la dimisión de los Romanoff, ya que ésta no era considerada por los Martinistas Rusos como “regular”.


III. EL ESPÍRITU Y LA DOCTRINA

Si mi interés ya era grande por conocer el aspecto histórico y la filiación directa de este grupo con L.-C. de Saint Martin, no lo era menos por conocer su manera de trabajar. A destacar en primer lugar sus dos filiaciones, de una parte la de Saint Martin, y de otra, la de la Rosacruz de oro alemana fundada en 1777.

Se sitúan de entrada en una tradición mística y han rechazado siempre el aspecto “ocultista” que encontraremos por contra en los grupos franceses. Parece ser que habría habido una transmisión de Saint Martin a Papus (ver “un Taumaturgo en el siglo XVIII”, tomo II, págs. 30-31, donde Van Rijnberk da toda la filiación). En contrapartida, en lo que concierne a la doctrina, Papus mismo escribe (Martinezismo, Willermozismo, Martinismo y Francmasonería, 1899, págs. 44-45): “Sólo he recibido de Delaage un pobre depósito constituido por dos cartas y algunos puntos” y añade: “las primeras iniciaciones personales, sin otro ritual que esta transmisión oral de las dos cartas y los puntos, tuvieron lugar de 1884 a 1885”. Podemos pues preguntarnos con motivo, juntamente con Van Rijnberk: “Si Papus no recibió mas que las dos cartas y los dos grupos de 6 puntos... ¿de dónde han salido los cuadernos de Iniciación de la Orden Martinista Francesa?”. Paul Vuillaud, por su parte, niega incluso toda transmisión directa en su obra “Los Rosacruces Lyoneses del siglo XVIII”.

En contraposición, este grupo Ruso posee toda una doctrina, explicada por una antigua tradición oral de más de dos siglos.

¿Qué es lo que caracteriza a esta Orden?. En primer lugar esta compuesta por hombres de Deseo. Al igual que Martínez de Pasqually, han tenido la sabiduría de rechazar la Iniciación de aquellos que han juzgado “no iniciables”. Tienen pues una ardiente fe en la realidad de la vía iniciática cristiana. Es lo que ellos llaman su punto de amarre, es decir, su punto de unión con el plano espiritual. Intentan mantener a los miembros de su grupo en estado de continua vigilia buscando sin cesar alcanzar siempre planos más altos. Entre ellos, no hay ocultistas, sino hombres en busca de lo VERDADERO que desconfían de la falsificación interesada y buscan de ser auténticos.

Todo lo que aprenden en cuanto a leyes esenciales de la Tradición, leyes de los números, simbolismo, etc., debe repercutir en su conducta y esfuerzos cotidianos (por sus obras los reconoceréis) (que nadie pretenda ser discípulo de Cristo si no tiene la manera de vivir del Señor). En efecto, más allá de enseñanzas abstractas y metafísicas, hay consideraciones prácticas y una línea de conducta a seguir. Es indispensable que la personalidad profana ceda el paso al Ser interior, que es el único que guarda la huella de la mónada divina. El verdadero Iniciado no actúa por su propia voluntad, sino que se somete a la voluntad divina, para participar de la Gran Obra universal, ¿no es acaso éste el sentido del sacrificio del Hijo del Hombre y del Mesianismo?.

Veamos qué es lo que hacen en su grupo para avanzar hacia la Luz.

Primeramente cada aspirante debe consagrar todos los días un cierto tiempo a la plegaria y a dos formas de meditación: la concentración pasiva que lleva a un estado contemplativo y un abandono de todo su ser a las vibraciones espirituales y la concentración activa, con un programa sobre las ideas y símbolos dados por el Maestro en función del estado de realización de cada discípulo. Añadamos a esto una cierta técnica para lograr el control de la respiración y una plegaria interior para terminar. Muchos masones o profanos se apartan del cristianismo en busca de una vía de realización de similares características a las descritas en otras tradiciones. Esto sucede continuamente, podemos verlo cada día, pero debiera ser extremadamente raro, excepcional. Si hemos nacido en una Tradición, lo lógico es permanecer en ella y vivirla plenamente... es entonces cuando encontraremos Ordenes para acogernos y técnicas de realización espiritual equivalentes a las de otras tradiciones, pero más adaptadas quizá a nuestro temperamento occidental.

Finalmente, la base de dicha Orden, es la de destilar una enseñanza equilibrada en función del avance espiritual de los Hermanos, a fin de propiciar la caída de las malas estructuras y su posterior reconstrucción hasta adquirir la bella forma que les permita poder ser columnas en el Templo de Dios. Demolición – reconstrucción – solve – coagula, luego, técnicas de meditación activa y pasiva – ascesis, dominio de la respiración y plegaria interior. Esto es lo que pueda aportar la Orden Martinista Rusa, Rito de Novikoff de nuestros días: una esperanza quizá para aquellos hombres que buscan fuera lo que tienen en su propia Tradición. Digamos también que esta Orden intenta hacer descender sobre ellos un influjo espiritual que los hace libres en relación al mundo y los ancla en el Mundo espiritual. Para parafrasear a Nietzshe – me decía mi interlocutor – no queremos hacer “bibliotecarios miopes que no sepan hacer otra cosa que comentar las acciones de aquellos que han sido libres e inspirados”.

Después, el Filósofo Desconocido puso fin a esta entrevista con el consejo de Saint Martin: “Roguemos, adoremos, prediquemos con el ejemplo, y callémonos”.


IV. CONCLUSIONES

No nos equivoquemos, Pasqually, Willermoz y Saint Martin estaban estrechamente ligados. En la Orden de los Elegidos Coens, primeramente.

Lo que ellos nos han transmitido a través del Escocismo rectificado y el Martinismo, es la alta iniciación de la que Pasqually fue depositario. A buen seguro, esta transmisión tuvo grados diferentes.

Si bien el escocismo rectificado no parece poseer una verdadera Teurgia, ni técnica espiritual precisa (aunque todo esté indicado para aquel que realmente sabe ver y entender), comprende sin embargo todas las premisas de la Doctrina, desgraciadamente demasiado a menudo olvidada por nuestros contemporáneos que solo ven en la práctica masónica una reunión fraternal y no buscan comprender el más mínimo esoterismo judeocristiano, rebuscando incluso en otras Tradiciones al margen de la que por naturaleza es la suya, lo que ellos tienen al alcance del Espíritu.
[12]

La riqueza del verdadero Martinismo como la de nuestra Masonería Rectificada es inmensa, pero es preciso abrirse al Espíritu, ya que, de la misma manera que con conocer a fondo la historia de la iglesia y la liturgia de San Pío Vº, no es suficiente como para hacer un cristiano, de igual modo conocer a fondo la historia de la masonería, contentándose con hacer una precisa gestual ritualística sobre el tapiz, no basta para hacer un buen masón ni para hacer fluir estas influencias espirituales que hemos venido a buscar el día que llamamos a la puerta de nuestras Logias. Terminaré con esta cita de Franz Von Baader, pág. 16: “El desprecio grosero y revolucionario que un pueblo o un hombre experimenta respecto a una institución política cualquiera que ya no entiende (con más razón cuando se trate de una institución iniciática), es cosa fácil ya que toma fuerzas de su interna vacuidad de ideas y de esa absoluta impotencia por elevarse de nuevo hasta ella (vivacidad de la caída – Falstaff) para la liberación que lo elevaría más allá de ella”.

Que aquellos que niegan toda espiritualidad y todo esoterismo a la Masonería, mediten estas palabras.

Eques ab Orientis Luce


[1] Ver al respecto las obras de René Guenon, de Jean Tourniac y del abad Stéphane (especialmente su esoterismo cristiano, pág. 359).

[2] Esta clave activa, tenía el poder de poner en movimiento ciertas energías espirituales que permitían al nuevo iniciado mejor comprender las cosas de arriba y progresar en la Vía. Si no, ¿para qué servían los ritos, las liturgias, etc.?

[3] Ver Cahier Vert nº 5, el artículo de Jean Granger “Identidad y riqueza del Rito Escocés Rectificado”.

[4] Hay una diferencia fundamental entre los Rosacruz (grado que Willermoz no recibió nunca completamente), pertenecientes a la Orden de los Elegidos Coens del Universo de Martínez de Pasqually, que recibían una Iniciación sacerdotal que desembocaba en una teurgia y los Grandes Profesos que recibían igualmente una iniciación sacerdotal, seguida de la explicación de la Doctrina contenida en el Tratado de la reintegración de Martínez, pero que no disponía de ningún medio teúrgico. Podríamos decir que los Martinistas Rusos se sitúan entre estas dos concepciones. (Ver la correspondencia de Willermoz con el Príncipe de Hesse y particularmente su carta del 8 de julio de 1781, mencionada por E. Van Rijnberk).

[5] Hay quizá una trampa del Maligno en la que Saint Martin habría caído: cuando un hombre ha alcanzado una muy alta espiritualidad, ya no tiene necesidad de “formas” y hay una tendencia natural a decir que éstas son inútiles. Grave error, ya que los jóvenes Hermanos que vienen a la Masonería a pedirnos la Luz, tienen necesidad de estas formas y estas estructuras en su integridad. Saint Martin confería una iniciación en un solo grado, ciertamente a hombres preparados en su escuela, pero terminó por volver de nuevo a la Masonería por estas mismas razones. Esto nos hace pensar en aquellos Hermanos trabajando en nuestros diferentes ritos, que suprimen ciertos símbolos o detalles de indumentaria, como restos sobrevivientes de un pasado lejano y caduco. Hemos podido ver así la supresión del sombrero, de la obligación de llevar la espada, etc., para paralelamente, olvidar también el simbolismo que estos objetos comportan, y luego finalmente, olvidarse de enseñar su significado. Hay multitud de ejemplos fastidiosos de este mismo género. ¿Por qué no suprimir los mandiles?, ¿no son acaso un recuerdo mucho más antiguo?. Este género de laxismo lleva tarde o temprano a una situación como la del Gran Oriente de Francia que lo suprimió todo, incluyendo al Gran Arquitecto del Universo.

[6] “Souvenirs”, París, 1868. Pág. 155.

[7] En el Martinismo Ruso, el Filósofo Desconocido es aquel que recibe el “poder” de iniciar. Se convierte en responsable de un capítulo “de por vida” y prepara principalmente a los futuros “asociados” en reuniones libres.

[8] En las “enseñanzas secretas de Martínez de Pasqually” de Franz von Baader, éste último cuenta que la emperatriz Catalina IIª pidió un día al Filaleta Platón, qué pensaba de los Martinistas y si había que desconfiar de ellos. Platón tranquilizó a la emperatriz, afirmando que estos no eran peligrosos y que se ocupaban de las cosas del espíritu. Resulta curioso saber hoy de la pertenencia de Platón a este grupo Martinista, lo que ignoraba Von Baader y explica perfectamente la respuesta.

[9] Se puede encontrar un muy buen retrato de Nicolás Novikof en un salón de la Gran Logia Nacional Francesa.

[10] Nos ha sorprendido mucho encontrar los nombres de los Hermanos Savoir y Ribaucourt, muy conocidos por los Hermanos del Gran Priorato de las Galias. Una vez informados, parece ser que ambos fueron iniciados al final de sus vidas (sucedió lo mismo con el Gran Comendador Charles Riandey) y que quisieron de alguna manera volver a las fuentes, encontrar los fundamentos, incluso la doctrina del Régimen Escocés Rectificado en este capítulo Martinista.

[11] Debo precisar a nuestros lectores que hemos tenido acceso a los archivos de este grupo, archivos, forzosamente reducidos a causa de la tormenta revolucionaria que transtornó Rusia en 1917. No obstante, hemos podido ver los diplomas y patentes del Filosofo Desconocido Serge Marcotoune, fechados a principios de siglo y provenientes de Moscú – San Petersburgo – Kiev; también hemos podido ver y verificar multitud de otras cosas, pues se encuentra allí también, todo lo perteneciente a “la historia sutil” y para parafrasear a nuestro Muy Rev.Caballero Henry Corbin, no olvidemos nunca que la ausencia de documentos solo prueba... ¡la ausencia de documentos¡. Una última precisión no obstante, los historiadores actuales tienen tendencia a pretender que los Martinistas rusos no eran mas que simples francmasones (nos gustaría saber en que documentos se sustentan para pretenderlo). De hecho, los Martinistas rusos han jugado siempre un papel de educadores respecto a la Masonería, ellos fueron sus inspiradores espirituales, de donde ésta denominación extendida por toda Rusia. En cualquier caso, lo que sí es seguro es que, por su condición de discípulos de Saint Martin, existieron rodeados de respeto tanto por su conducta en la vida profana como por su muy alta espiritualidad.

[12] “La Unidad, apenas puede encontrarse en las asociaciones; ella se encuentra en nuestra junción individual con Dios”. (L.-C. de Saint Martin).