Principios y Doctrina de la Orden Martinista

Para comprender mejor la Orden Martinista haremos referencia a la aparición de las escuelas iniciáticas de Europa. En el año 1118 fue la fundación de la Orden de los Templarios que trajo durante las cruzadas de Arabia y Palestina, la luz de la enseñanza gnóstica. El ideal de la Orden era el Reino de Dios en la Tierra encarnado en el Estado Perfecto, equilibrado en los tres planos. Reino de paz y unidad de todas las naciones sin distinción de razas ni castas.
En este estado, el influjo Superior debe emanar de la región mística, vivificar el poder astral, dirigir e instruir el poder realizador, creando por su intermedio la prosperidad, felicidad y posibilidad de trabajo evolutivo.
El poder mágico y las grandes riquezas de la Orden produjeron temor y envidia por parte del Rey de Francia, Felipe el Hermoso, y del Papa Clemente V. Los caballeros de la orden fueron calumniados y acusados de dedicarse a la magia negra.
En 1307 el Gran Maestro de la Orden, Jacobo Burgundo de Mollay y parte de los caballeros fueron quemados vivos. Después de unos ochenta años de la destrucción de la Orden de los Caballeros del Templo, el alma colectiva templaria materializó en la Tierra el movimiento denominado Rosa Crucismo Primario. Esta nueva orden fue fundada en Alemania, según la leyenda, por Christian Rosencreutz (1378-1484).
Debemos admitir que la Orden Rosa Cruz es la heredera espiritual de la Orden Templaria, digamos su reencarnación. Es poseedora de la sabiduría Gnóstica, Hermetismo y Cristianismo Juanítico de los primeros siglos. El Rosacrucismo Primario tenía muy pocos adeptos porque las exigencias eran muy elevadas y el reglamento de la Orden muy severo, siendo muy pocos los capaces de cumplirlo.
En el siglo XVI el Rosacrucismo Primario se transformó en Secundario, exigiendo de sus miembros solamente la capacidad de pensamiento científico, intereses amplios y dedicados a la idea del bien.
Eran personas excepcionalmente intelectuales, de erudición, voluntad poderosa y opinión determinada sobre la futura humanidad. La acción del rosacrucismo en el mundo externo fue muy prudente porque estaba muy vivo el recuerdo del trágico fin de los Templarios y el alma colectiva de la cadena de Jacobo de Mollay vibraba en sentido de cautela. Resultado de esta vibración fue la fundación de la Orden Masónica.
Siguiendo las huellas de los movimientos iniciáticos occidentales, pasamos a la mitad del siglo XVIII en que aparece la corriente del Iluminismo Cristiano que se conoce bajo el nombre de ORDEN MARTINISTA.
Por el año 1760 el gran cabalista portugués, Martinez de Pasqually funda la hermandad de los Elus Cohen o Sacerdotes escogidos, que tenía el carácter de rosacrucismo modernizado. (Existe la leyenda que Martinez de Pasqually es una reencarnación de Christian Rosencreutz).
La escuela de Martinez de Pasqually puede caracterizarse como una cadena mágico-teúrgica, con predominación de métodos puramente mágicos.
Después de la muerte de Pasqually, dos de sus discípulos siguen el trabajo de la cadena, pero introducen algunos cambios. Juan Bautista Willermoz introduce el tinte masónico. Pero el conocido filósofo Teurgo Louis-Claude de Saint-Martin, el Filósofo Incógnito, da a la escuela una forma místico-teúrgica, prefiriendo en oposición a la de Willermoz, la institución de la iniciación libre.

La influencia de Saint-Martin predomina y nace la corriente que por su nombre es llamada Martinismo, que podría ser también una derivación del nombre de Martinez de Pasqually.
“El iniciado Martinista es aquél que dirige su pensamiento al mundo interno, mundo del espíritu que le conduce al CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO y al conocimiento del universo, del cuerpo y de los dioses que habitan en él”.
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